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¿NOTICIA POLÍTICA O NOTICIA POLICIAL? LA COBERTURA DEL ASESINATO DE CARLOS MUGICA EN LOS DIARIOS ARGENTINOS LA PRENSA Y LA OPINIÓN (1974)

María Paula Gago • Ciclo Básico Común. Universidad de Buenos Aires – Depto. de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional Raúl Scalabrini Ortiz. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Viviana Micheloud • Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Buenos Aires. E-mail: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Recibido: 19/07/19 - Aceptado: 23/09/2019

RESUMEN

En este trabajo proponemos analizar la cobertura que realizaron los diarios La Prensa (LP) y La Opinión (LO) sobre el asesinato, ocurrido en mayo de 1974, del sacerdote Carlos Mugica, miembro del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM). Los resultados obtenidos muestran que no hubo una cobertura “monolítica” del caso puesto que uno de los medios estudiados lo encuadró como noticia política mientras que el otro apeló a una retórica de tipo policial. Para el análisis se utilizaron categorías operativas del análisis crítico del discurso y Framing Theory.

Palabras clave: diarios argentinos; Carlos Mugica; noticia policial; noticia política; análisis del discurso.

ABSTRACT

POLITICAL NEWS OR POLICE NEWS? THE COVERAGE OF THE MURDER OF CARLOS MUGICA IN THE ARGENTINE NEWSPAPERS LA PRENSA AND LA OPINIÓN (1974). In this paper we propose to analyze the coverage made by the newspapers La Prensa (LP) and La Opinión (LO) about the murder, which occurred in May 1974, of the priest Carlos Mugica, member of the Movement of Priests for the Third World (MSTM). The results obtained show that there was no “monolithic” coverage of the case since one of the studied media framed it as political news while the other appealed to a police-type rhetoric. For the analysis, we used operative categories of critical discourse analysis and Framing Theory.

Keywords: argentinian newspapers; Carlos Mugica; police news; political news; discourse analysis.

INTRODUCCIÓN

En el presente artículo retomamos un conjunto de problemáticas abordadas en un trabajo previo1 de mayor envergadura sobre la cobertura que realizaron los principales diarios argentinos de circulación nacional sobre el asesinato del sacerdote Carlos Mugica, ocurrido el 11 de mayo de 1974. Y el objetivo es más acotado: estudiar las estrategias discursivas que emplearon los diarios La Prensa (LP) y La Opinión (LO) para informar sobre este caso, y el encuadre que cada uno le otorgó. En este sentido, se analizarán los núcleos argumentativos desarrollados en cada medio sobre el presbítero, su asesinato, como así también la concepción de violencia política subyacente en las coberturas.

Carlos Mugica fue un sacerdote nacido y criado en el Barrio Norte de la ciudad de Buenos Aires. Dedicó gran parte de su vida sacerdotal, y su mayor tarea pastoral, en la villa de Retiro, llamada en esa época Comunicaciones. Formó parte del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM),2 siendo unos de sus más visibles y locuaces representantes, y dedicó sus mejores esfuerzos a luchar por y con los villeros.

En 1970, el secuestro y asesinato del general Pedro Aramburu, acto a partir del cual se dio a conocer públicamente Montoneros,3 desencadenó el fin del Onganiato. En 1971, se pasó de un gobierno desbordado, a uno que intentó encauzarse y buscar consenso con los diferentes actores políticos. Este proceso abrió el camino a las elecciones de 1973, allanando el camino al tercer peronismo.

La violencia política atravesaba en esos años al conjunto de la sociedad argentina. Y no quedaban exentos los sacerdotes, específicamente los que adherían al MSTM. Según el investigador José Pablo Martín (2010: 258), se pueden distinguir varios niveles en la relación del MSTM con la lucha armada, sin embargo, no había apoyo a alguna acción ilegal, sino encuentros en alguna actividad política. Esquivada (2010: 308) identifica un “vuelco” de Mugica hacia el peronismo en un proceso “paralelo a los muchachos de la Juventud Estudiantil Católica (JEC) que recibían su consejo espiritual y participarían en Montoneros”. En septiembre de 1970 fue detenido por incitación a la violencia tras hablar en el funeral de Gustavo Ramus y Fernando Abal Medina, ambos miembros de Montoneros. El sacerdote participó en la comitiva que trajo a Perón de regreso en 1972. Sin embargo, se fue apartando de a poco de Montoneros por su posición contra la lucha armada. El presbítero fue acarreando nuevos enemigos. El más peligroso fue José Lopez Rega.4 Los problemas se iniciaron poco después de que Mugica aceptara un cargo en el ministerio de Bienestar Social, y se intensificaron luego de su renuncia, ya que se fue envuelto en una polémica pública. Este episodio, sostiene de Biasse (2013: 264) “fue considerado por muchos como el desencadenante de su trágico final”. En torno a su asesinato dos versiones circularon en la esfera pública: una que sostenía que fue asesinado por la agrupación política armada Montoneros, mientras que otra aseveraba que había sido la organización parapolicial Alianza Anticomunista Argentina (Triple A), comandada por López Rega, la que había cometido el crimen.

Por otra parte, es importante señalar que los diarios LP y LO fueron seleccionados por su circulación nacional y su ámbito de influencia y, además, porque constituyen un corpus que satura un sistema completo de semejanzas y diferencias (Barthes, 1971). LP puede definirse como un diario de referencia, de tendencia ideológica conservadora, con una marcada plétora anticomunista y antiperonista;5 LO, por su parte, había tomado como modelo al diario francésLe Mondey se inscribió “en un modelo de periodismo europeo con fuerte carga en el análisis y en las críticas culturales y que pone énfasis en secciones como ‘Política Nacional’ y ‘Política Internacional’” (Ulanovsky 2005: 23). Asimismo, reviste especial interés para este trabajo puesto que Carlos Mugica era columnista del diario y amigo de su director y fundador.

A los efectos de realizar el análisis utilizamos herramientas del análisis del discurso y Framing Theory. El trabajo se organiza en torno a los siguientes apartados: aspectos teóricos y metodológicos, corpus, resultados y conclusiones.

ASPECTOS TEÓRICOS Y METODOLÓGICOS

En lo relativo al estudio del discurso de los medios de comunicación, partimos de considerarlos como actores políticos clave en la producción y circulación discursiva que, con su accionar concreto y cotidiano, contribuyen a la conformación y modificación de los marcos de referencia –histórica y socialmente construidos– por medio de los cuales las sociedades se piensan a sí mismas en el presente, elaboran sus experiencias pasadas y se establecen para sí horizontes de futuros posibles (Borrat, 1989).

Por otra parte, consideramos la propuesta de van Dijk (1997) para analizar el discurso informativo puesto que permite detenerse en la presentación de la noticia, lo que involucra, entre muchos otros aspectos, el tamaño de los titulares, fotografías, fuentes tipográficas, espacio de la superficie redaccional que ocupa y se le adjudica, puesto que no sólo da cuenta de la preorganización del proceso de lectura sino también denota prominencia, relevancia e importancia de los sucesos, temas y actores.

También rescatamos de la Framing Theory el concepto de encuadre, en tanto principios organizativos compartidos socialmente, que trabajan simbólicamente para estructurar el mundo social de modo significativo (Reese 2001; 2007 cit. por Aruguete y Koziner 2014: 136). Tal como apuntan Koziner y Aruguete (2016: 11) retomando a Entman (1993), en cuanto a los rastros que los encuadres dejan en los textos, estos pueden identificarse a partir de la presencia o ausencia de “ciertas palabras clave, una serie de frases, imágenes estereotipadas, fuentes de información y oraciones que proveen grupos de hechos o juicios reforzados temáticamente”.6 Teniendo en cuenta lo mencionado, se prestará especial atención a la aparición de términos clave como “sediciosos”, “enfrentamiento”, “delito”, “delincuentes”, “violencia política”, “agrupaciones guerrilleras”, “subversión”, en la cobertura del asesinato de Mugica como así también, siempre que sea posible, en la nominalización utilizada para la sección en la cual se incluye a la noticia sobre el caso, por ejemplo, “Policía”, “Política”, “Información general”, entre otras posibilidades.

En vínculo con lo dicho, nos parece importante explicitar qué entendemos por noticia y específicamente por noticia policial y noticia política. Si bien creemos que desde un punto de vista teórico pueden diferenciarse ambos géneros periodísticos, en la práctica, hay “entrecruzamientos” y “préstamos” -léxicos, estilísticos, etc.- entre ellos que inciden sobre las “formas” de presentar asuntos o construir relatos sobre lo real. De acuerdo con van Dijk (1990) entendemos que la noticia es una forma del discurso público que ancla en marcos socioeconómicos y culturales más amplios. Esto es lo que permite caracterizarla como una forma particular de práctica social, institucional. En relación con la noticia policial, podemos decir que se trata de un género (Bajtin, 1982) que tematiza sobre el delito, una categoría histórica y cambiante, y por eso “flexible” (Ludmer, 1999). Parricidios, infanticidios, como así también la “amenaza” que ciertos sectores representan para el orden social encuentran espacio en el relato policial, que no escatima en sensacionalismo y exageración. Asimismo, la noticia policial se presenta como un discurso con intencionalidad política, moralizante y educativa porque articula identidades sobre las víctimas, los victimarios, el rol del Estado, la institución policial y la justicia, con el objetivo de exigir orden y control social (Ludmer, 1999; Garland, 2005); finalmente, adopta la estructura de una crónica7 periodística. Por su parte, en la noticia política se tematiza sobre la “actividad de los gobiernos, los partidos y las organizaciones políticas, las campañas políticas, las elecciones y todos aquellos acontecimientos que estén relacionados con la res pública” (Casero-Ripollés 2012: 11); se apoya en un tipo de discurso informativo, argumentativo y adopta la estructura de la noticia o artículo de opinión (Díaz Noci, 1995).

EL CORPUS

Este trabajo se orienta a analizar dos medios de prensa, desde el punto de vista de sus condiciones de producción (Verón 1993). El material sobre el que se trabajó fueron portadas, textos de opinión y noticias relacionadas con la violencia política, el MSTM, y fundamentalmente la muerte de Mugica. En total, se seleccionaron 24 unidades informativas, 12 de LP y 12 de LO. Mayoritariamente el corpus quedó conformado por notas de opinión y crónicas.

A continuación, se consignan algunos elementos característicos de los diarios que conforman el corpus del presente artículo. Es pertinente destacar que reparamos en la historia de cada uno, sus fundadores, líneas editoriales y contrato de lectura (Verón 1985), aunque no se han profundizado aspectos no atinentes a la específica instalación de cada uno de los medios hacia 1974.

La Prensa

Entre los diarios que preceden a la organización definitiva del país aparecen junto con La Capital (1867) de Rosario LP en 1869 y La Nación en 1870. Fundado por José Clemente Paz el primer número de LP constaba de una hoja inmensa, impresa de ambas caras por la Imprenta de Buenos Aires (Ulanovsky 2005: 19). Se dirigía a un lectorado de clase media y alta.

El director del matutino en 1996, Gerardo Ancarola, en una entrevista otorgada a Ulanovsky (2005) sostenía que el diario había nacido con el fin de superar la politización que caracterizaba a los periódicos de ese entonces y de ese modo diferenciarse de la prensa Sin embargo hacia 1874, Paz había participado de una “cruzada” contra el entonces presidente Avellaneda, “a cuyo servicio colocó el diario, que en ese tiempo apareció con una frase al lado de su logotipo ‘La Prensa en campaña’” (Ulanovsky, 2005: 22).

Desde la aparición en la escena política de Juan Domingo Perón éste se convirtió en blanco de fuertes críticas por parte del diario, las cuales se agudizaron durante la campaña electoral de 1946.8

En el periodo de estudio, en la página donde publicaba el editorial, había un encabezado que rezaba “La Prensa. Diario de la mañana (…) Clausurado y confiscado por defender la libertad el 26 de enero de 1951; reinició sus ediciones el 3 de febrero de 1956”.

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Imagen 1. La Prensa (LP), 12 de mayo de 1974. Página editorial.

La Opinión

El diario LO fue fundado por el periodista Jacobo Timerman,9 quien había también fundado las revistas Primera Plana y Confirmado.

El primer ejemplar apareció el 4 de mayo de 1971. El eslogan, “El diario de la inmensa minoría”, definió desde el inicio el perfil de lector al que pretendía seducir: “un público de alto nivel intelectual y económico” (Taroncher Padilla 2004: 27). Sin embargo, “lectores profesionales liberales e intelectuales de izquierda incluidos por su competencia lexicológica y su ideología progresista, y aunque esos sectores no tuvieran el mismo poder adquisitivo, compraban el diario más caro del país” (Carnevale 1999: 149).

LO presentaba problemas técnicos severos. Por ello, de acuerdo con Bernetti (1998) se comenzaban a cerrar páginas desde las 2 de la tarde y se continuaba ese proceso cada hora. Durante una semana Timerman realizó un lockout y tiraba el material que producía la redacción. Mochkofsky (2013: 195 [2003]) documenta que, por ejemplo, en el telegrama de despido a Gelman, el director del diario aducía que el despido se debía a “recabar información confidencial para la empresa e instigar a formar una cooperativa para hacerse cargo del diario aduciendo apoyo el gobierno”. La autora prosigue contando que suspendió a todo el personal y los periodistas marcharon a Plaza de Mayo denunciando el lockout. Bernetti (1998: s/d) indica que el conflicto sindical mencionado condujo a Timerman a una dura explosión antiperonista y “de exaltada defensa de la propiedad privada”.

Finalmente, debemos remarcar que LO adquiere un interés especial para este trabajo puesto que, tal como documenta Mochkofsky (2013 [2003]), Mugica no solo había dado el aval para la ciudadanía de Timerman, sino que además era columnista del diario.

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Imagen 2. La Opinión (LO), 14 de mayo de 1974. Tapa.

RESULTADOS

Narrar lo político en clave policial. La cobertura de La Prensa

Cuando sucedió el asesinato de Mugica, la violencia ya se había instalado en el país y la iglesia no era ajena a dicho proceso de radicalización. Enero había empezado con el ataque a la guarnición militar de Azul, provincia de Buenos Aires, hecho llevado a cabo por el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Perón intervino la provincia, y sacó de su puesto al gobernador Bidegain (a quien el mismo Perón había puesto en su cargo) argumentando que se había apoyado en los Montoneros para gobernar. En este trabajo no nos ocuparemos de la historia Argentina, aunque es importante poner en contexto la situación de violencia que se vivía en ese momento, y de qué manera los medios analizados daban cuenta de ello.

En el caso de LP, tanto en los días previos como en los días posteriores al asesinato de Mugica, las notas sobre hechos violentos ocupaban un espacio importante de la superficie redaccional. Así, en la portada del diario se incluían una o dos noticias sobre la violencia generalizada, por ejemplo:

“Libérose al Coronel Crespo secuestrado hace 6 meses” (La Prensa [LP], 16 de mayo de 1974: tapa) o “Enviáronse refuerzos a Tucumán donde la policía no cumple sus funciones” (La Prensa [LP], 16 de mayo de 1974: tapa) y también: “Bombas en la CGT y otros atentados (La Prensa [LP], 28 de mayo de 1974: 9).

Siguiendo la propuesta de van Dijk (1997), el espacio de la superficie redaccional dedicado a estas notas como su ubicación en tapa denotan preeminencia de estos sucesos, temas y actores.

Sin embargo, se debe destacar que en el periodo que tomamos los medios no publicaron ningún comunicado del MSTM, solo serán mencionados como los que “llevaron el féretro” con los restos del sacerdote hasta el cementerio de la Recoleta, o como “co-celebrantes” de la Misa en honor del cura asesinado.

Por otra parte, el diario se destaca por el encuadre “policial” otorgado a los hechos de violencia política. Esta afirmación se sustenta en ciertas palabras clave utilizadas de manera recurrente y que proveen juicios reforzados temáticamente. Por ejemplo, los términos “enfrentamientos”, “policía”, “sediciosos”, “tiroteos” eran utilizados con frecuencia para informar sobre el accionar de las fuerzas policiales y las agrupaciones políticas armadas, reduciendo los acontecimientos con connotaciones políticas a una cuestión de tipo policial. Esto se aprecia en titulares como: “Tiroteo entre policías y terroristas que habían copado una fábrica” (La Prensa [LP], 15 de mayo de 1974: 4).; “Halláronse armas utilizadas en los sucesos de Azul. Identificóse a un terrorista herido en Tucumán” (La Prensa [LP], 4 de mayo de 1974: 5).

Asimismo, en titulares como, por ejemplo, “Asesinó a tiros dos policías e hirió a otro un grupo terrorista” (La Prensa [LP], 7 de mayo de 1974: s/d), se puede advertir que la valoración de lo acontecido gira en torno a la idea de “asesinato”. Las formas impersonales aluden al “responsable”, el grupo terrorista. Si tenemos en cuenta que, tal como sostiene van Dijk (2005: 24), “los datos del discurso no deben ser descriptos aisladamente sino en relación con el texto (co-texto) en conjunto y con respecto al contexto – quién está hablando con quién, cuándo y con qué intención”- podemos decir que la ausencia de nominalización explícita del sujeto de la acción criminal logra enfocar la atención en las víctimas de la acción violenta, en este caso los dos policías asesinados y el otro policía herido. También era recurrente la utilización de la “cuantificación” -esto es la explicitación del número de los que “son muertos”- en los modos de titular, lo cual resaltaba la importancia de la exactitud de los dichos. La combinación de aserciones y de cuantificaciones en un discurso donde ni el enunciador ni el destinatario están explícitamente marcados, designa un contrato donde un enunciador objetivo e impersonal habla la verdad (Verón 1985).

El asesinato de Carlos Mugica ocupó dos tapas (12 y 13 de mayo de 1974) y en total le dedicaron cinco notas en las ediciones de los días 12, 13 y 14 de mayo de LP. Teniendo en cuenta la propuesta de van Dijk (1997) según la cual entre muchos otros aspectos el tamaño de los titulares, fotografías, fuentes tipográficas, espacio de la superficie redaccional que ocupa a la noticia pone de manifiesto la relevancia e importancia que se le adjudica, podemos sostener que la cobertura del asesinato del sacerdote ocupó un lugar relevante en la agenda informativa de LP.

La cobertura del asesinato de Mugica se incorpora a la agenda sobre la violencia política, a la cual el diario –como ya dijimos– le dedicaba un lugar importante en su agenda informativa. Esto tiene consecuencias en los modos de informar sobre dicho acontecimiento.

En primer lugar, se debe señalar que es interesante notar que LP apeló a una retórica de tipo policial para informar sobre el deceso de Mugica. Por ejemplo, se utilizó de modo predominante la crónica, género periodístico mayoritariamente utilizado en las secciones policiales, para narrar los acontecimientos. Este género ofrece a los periodistas la posibilidad de utilizarrecursos literariosen un género de no ficción: no sólo se informa sobre un hecho en particular, sino que la importancia fundamental reside en cómo se narra esa historia. Asimismo, se apela a cierto estilo sensacionalista en relatos construidos en clave policial y, finalmente, se presentan como discursos con intencionalidad política, moralizantes y educativos. Esto se aprecia en el siguiente extracto:

…pocos antes de las 20 del sábado último cuando caía una fina llovizna, el presbítero Mugica, a quien acompañaban su amigo el señor Ricardo Capelli y otras personas, fue interceptado a pocos metros de la Iglesia mencionada por un individuo joven, delgado, que llevaba barba y bigote. El desconocido, efectuó disparos con una ametralladora contra el sacerdote, alcanzándolo con varios proyectiles que poco más tarde le causaron la muerte (…) Varias balas hirieron asimismo al señor Capelli, quien se encuentra internado desde ayer (…) El asesino después de perpetrar el atentado, huyó en un automóvil Chevy Super Sport, pintado de color verde y con techo vinílico negro, ocupado por cuatro o cinco personas una de las cuales sería una mujer (La Prensa [LP], 14 de mayo de 1974: 5).

Es importante señalar que LP, a diferencia por ejemplo de LO, no contaba con sección de policiales, por lo tanto, el lector podía encontrar en una misma página noticias sobre política, economía o accidentes viales. Sin embargo, aún a riesgo de que parezca contradictorio, si bien es cierto que el periódico apelaba a modalidades del decir propias del género policial para informar sobre la violencia política y, en particular, sobre el asesinato de Mugica, y que el análisis de las condiciones de producción de un diario no nos permite deducir sus efectos en reconocimiento (Verón, 1993), se infiere que el lector podía identificar que se trataban de informaciones con connotaciones políticas.

Por ejemplo, en la primera nota que LP publicó en tapa sobre el asesinato de Mugica el día 12 de mayo se utilizó la voz pasiva para titular la noticia: “Fue asesinado anoche a tiros el Presbítero Carlos Mugica”.

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Imagen 3. La Prensa (LP), 12 de mayo de 1974. Tapa.

De acuerdo con van Dijk (1997) los analistas de discursos tienen una tendencia a la sobreinterpretación ideológica. En consecuencia, señala que no todas las marcas enunciativas como, por ejemplo, la voz pasiva, son ideológicas. Esta última, en tanto construcción gramatical, presenta al sujeto de la oración como pasivo; sin embargo, de acuerdo con el autor, si bien en algunas situaciones se usa la voz pasiva o las formas impersonales con una intencionalidad ideológica para eludir de algún tipo de responsabilidad a alguien, también es cierto que en variadas ocasiones se utilizan estas formas porque no se sabe quién es el sujeto de la acción y, en este caso, el funcionamiento no sería ideológico. En este sentido, inferimos que el diario probablemente utilizó la voz pasiva porque no tenía datos sobre quién/nes podría/n haber sido el/los atacante/s, aunque sí tenían sospechas. Y eso lo veremos en lo que sigue a continuación.

En la nota mencionada, se incluyó una mención a la vida del sacerdote, en la cual destacaban la “vigorosa personalidad de la víctima, cuya acción había trascendido los círculos religiosos” (La Prensa [LP], 12 de mayo de 1974: tapa). El artículo reseñaba que:

….el presbítero asesinado pertenecía al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, y en ocasión del sepelio de los restos de Abal Medina y Ramus, presuntos implicados en el secuestro y asesinato de Aramburu, y que fueron muertos por la policía en un tiroteo en las inmediaciones de la estación William Morris, celebró una misa, conjuntamente con los sacerdotes Jorge Adur, Jorge Vernazza, Rodolfo Riciardelli, en la Iglesia donde anoche fue asesinado. En esa ceremonia, realizada el 11 de septiembre de 1970, pronunció un discurso en el que, entre otros conceptos, expresó su deseo de que ‘este holocausto sirva de ejemplo al pueblo’ ” (La Prensa [LP], 12 de mayo de 1974: 2).

Es importante señalar que, de los medios aquí analizados, es el único que hace referencia a la misa celebrada cuatro años atrás, en honor a los dos fundadores del grupo Montoneros: Carlos Ramus y Fernando Abal Medina. De este modo, apelando a un discurso de tipo informativo en el cual se borraban marcas enunciativas se construyó un discurso “objetivo” que, a partir de hechos concretos, ponía a la luz el vínculo entre Mugica, el MSTM y Montoneros. En función de este recordatorio, presumiblemente La Prensa buscaba poner en evidencia las “relaciones peligrosas” del presbítero y al hacerlo brindaba motivos que permitían aventurar su final.

Finalmente, podemos concluir este primer análisis indicando que LP utilizó una retórica propia del género policial, en clave melodramática, para informar sobre un asesinato con connotaciones políticas.

Superposición de voces en torno a los autores de un asesinato político. El posicionamiento de La Opinión (LO)

LO le dedicó, en comparación con LP, mayor cobertura al asesinato del sacerdote. Probablemente, esto se vincule con que Mugica escribía asiduamente en el diario.

Al analizar las notas de La Opinión, se observa una participación activa por parte de los actores del diario, tanto de su director, Jacobo Timerman, quien escribe un testimonio, como de los periodistas del mismo. Si volvemos a las categorías propuestas por Borrat (1989), podemos decir que el periódico, en cuanto actor político, adoptó un rol de participante.

El análisis de LOes interesante porque, además de las notas de opinión y editoriales, está presente la propia palabra del sacerdote. Su último artículo apareció el 12 de mayo, es decir un día después de su asesinato, y el periódico siguió publicando notas sobre el cura hasta el 22 del mismo mes. Dicho artículo tenía un tono panfletario, que solicitaba, por un lado, a los jóvenes, que acompañen a Perón; por el otro, en tono admonitorio advertía que “el corset ideológico puede llevarnos a veces muy lejos de la realidad” (…) a algunos sacerdotes a participar en hechos de violencia” (La Opinión [LO], 12 de mayo de 1974: s/d).

Ese mismo día, en tapa, el diario contaba que el padre Mugica desde hacía tiempo profesaba admiración por las ideas justicialistas y señalaba que:

…en los últimos tiempos entró en disidencia con los sectores juveniles radicalizados del Movimiento -con quienes mantuvo estrechas vinculaciones-, al elegir el acatamiento a los postulados del general Juan Domingo Perón, según lo demuestra el artículo que lleva su firma y que se publica en esta edición de La Opinión (página 9) (La Opinión [LO], 12 de mayo de 1974: tapa).

No se agotó la publicación en la información sobre el asesinato y el sepelio, sino que publicó incluso información sobre la Misa para el Tercer Mundo, con textos escritos por el cura, días después.

Podemos encontrar, dentro del mismo diario, maneras opuestas de analizar el hecho, especialmente en lo referido a quienes fueron los autores del asesinato. En este sentido, Timerman, dueño y director del medio publicó: “Un diálogo con Carlos Mugica cuatro días antes de su muerte” (La Opinión [LO], 14 de mayo de 1974: contratapa).

En una mezcla de sentimientos y testimonio, sostenía:

El domingo 12 de mayo salió publicado su artículo, y fue el último que escribió. Habló mucho del dolor que lo embargaba por verse separado de compañeros con los que había trabajado y de los que sabía su sacrificio. Dijo que le era difícil sobrellevar el enfrentamiento con Mario Firmenich, dijo también que recibía constantes amenazas de muerte, que estaba convencido de que esas amenazas provenían de los Montoneros, y que no eran desconocidas para Quieto y Firmenich. Preguntó que más se podía hacer para detener el enfrentamiento entre Perón y los Montoneros, el tema Firmenich venía una y otra vez en el diálogo (La Opinión [LO], 14 de mayo de 1974: contratapa).

El fundador y director de LO explicitaba, a diferencia de LP, que al cura lo habían matado los Montoneros. No presentaba pruebas, pues su argumento se basaba en una conversación privada que había tenido con el sacerdote, quien ya no estaba para aseverarlo o desmentirlo.

Respecto de lo anterior, se visualiza una superposición de voces en la superficie redaccional del diario. Por ejemplo, el periodista Mariano Grondona, en una columna de opinión escrita unos días después del asesinato, escribió:

Por diversos conductos, los montoneros fueron señalados como sospechosos en función de un distanciamiento con Mugica, que éste había comentado a varios amigos, antes de morir. Que Mugica comentó a más de una persona haber recibido amenazas de ese origen, no se presta a dudas razonables. De ahí a que fueran Montoneros los autores del crimen, media por supuesto una distancia que impide acusarlos. Mario Firmenich, por su parte, viene afirmando todos los días su inocencia (La Opinión [LO], 18 de mayo de 1974: 8).

Como mencionamos anteriormente, el sacerdote Mugica escribió en LO de manera regular, desde su fundación, en 1971, hasta el día antes de morir, momento en el que deja su último testimonio político, en el cual volvía a condenar la actitud asumida por los grupos armados luego de la restauración democrática:

Hay quienes juzgan la presente coyuntura a partir de modelos ideológicos dependientes de un “cultura ilustrada” que nos viene desde afuera, elitista y afín a nuestras clases medias intelectualizadas. Muchos otros, en cambio, atentos a la realidad histórica y global de nuestro pueblo, comprobamos la existencia de un largo y creciente proceso popular, que dese hace ya más de treinta años mantiene su consistencia cada vez más masiva y su adhesión a una fe en quien deposita su inquebrantable confianza (La Opinión [LO], 12 de mayo de 1974: 9).

El sacerdote, como se afirma en la primera parte de este trabajo, se distanció de Montoneros porque no comulgaba con sus ideas. Pensaba que, una vez alcanzado un gobierno democrático, ya no era necesario empuñar las armas. Al respecto, cabe recordar que el 1 de Mayo de 1974, en el acto por el día del trabajador, realizado en la Plaza de Mayo, Perón llamó a los jóvenes “imberbes” e “infiltrados”, fue entonces cuando los Montoneros se retiraron de la plaza, y Mugica se quedó.

Aparece en el diario, además del enfrentamiento con Montoneros, su “tirante” relación con el ministro de Bienestar Social.

El 14 de mayo, en la página 11 de LO se podía leer:

Numerosos medios de la comunidad manifestaron su pesar y se pronunciaron contra la violencia injustificada. En la bajada dice que desde los más encontrados sectores de la vida nacional, se alzaron voces de condena al asesinato del sacerdote Carlos Mugica.

En el cuerpo de la nota, y mediante el uso de recuadros, puede leerse: “Severo enjuiciamiento en todo el ámbito político” (La Opinión [LO], 14 de mayo de 1974: 11). Como comentario adicional debe remarcarse que el caso había adquirido centralidad en la agenda informativa de LO, a punto tal que le habían otorgado una cuasi sección denominada “El asesinato de Mugica”.

En el desarrollo de la nota, se detallan las opiniones de los diferentes actores políticos, por ejemplo, de Jerónimo Podestá, ex arzobispo de Avellaneda, de las Brigadas Juventudes Peronistas, del movimiento Nacional Justicialista Intervillas, del Partido Revolucionario Cristiano. En otro recuadro, informaba qué Círculos religiosos condenaban el hecho y llamaban a la paz. Hacía su descargo el arzobispo coadjutor de Buenos Aires, Juan Carlos Aramburu, como así también el Obispo de Mar del Plata, Osvaldo Pironio. En otro recuadro, se informaba del repudio en la universidad y sectores estudiantiles (La Opinión [LO], 14 de mayo de 1974: 11).

Y hay un recuadro que reza “El Caudillo”(La Opinión [LO], 14 de mayo de 1974: 11). Es el único de los medios analizados que nombra y transcribe el texto de la revista, dirigida por el ultraderechista Felipe Romeo y financiada por el ministro de Bienestar Social10 que había aparecido en diciembre de 1973:

En su primer número de diciembre pasado, el semanario ultraderechista El Caudillo, que según se afirma expresa los puntos de vista de la Juventud Peronista de la República Argentina (JP-RA), publicó una carta abierta al sacerdote Carlos Mugica.

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Imagen 4. La Opinión (LO), 14 de mayo de 1974: 11.

En esa publicación se reproducía:

La verdad, padre, que usted no anda por la vereda buena, sino por la de enfrente. Hace tanto escombro en las villas que uno llega a preguntarse si usted, como dice, está al servicio de los pobres o tiene a los pobres a su servicio (La Opinión [LO], 14 de mayo de 1974: 11).

En la muy comentada carta abierta sostenían: “Usted parece no respetar mucho su condición de Ministro de Dios. Desde que usted salió, se supone, a enseñarles el cristianismo a los bolches ¿los bolches se han hecho más cristianos o usted se ha hecho más bolche?” (La Opinión [LO], 14 de mayo de 1974: 11).

La carta de El Caudillo [EC] ocupaba una doble página y tenía cuatro grandes fotografías del sacerdote asesinado el sábado.

LO le dio mucha importancia al tema de intentar dilucidar quiénes ordenaron y ejecutaron el asesinato. Es Mariano Grondona quien escribe:

La juventud peronista radicalizada procura definirse pero no encuentra una opción que sea satisfactoria. La gran incógnita sobre los asesinos del sacerdote, sigue siendo la pregunta principal (La Opinión [LO], 18 de mayo de 1974: 8).

En la misma línea, el día 14 publicaron:

Lo fundamental es el significado de esta muerte, su dimensión política expresada en la forma de vivir y de morir de este señorito-militante-sacerdote de 43 años (…) quienes lo advierten así saben que el hilo que parte del asesinato quizá nunca conduzca a los responsables del asesinato, pero entienden que su muerte dio dramáticamente la respuesta a lo que el mundo se ha estado preguntando: ¿Es necesario que alguien muera para franquear el paso de la transformación social? (La Opinión [LO], 14 de mayo de 1974: tapa).

Podemos ver que aparecen dos sectores en pugna, claramente delimitados: por un lado, los Montoneros; por el otro, la triple A. Y Mugica en el medio de ambos bandos.

El tono adoptado por LO era melodramático porque, como ya señalamos, estaban informando el asesinato de un “amigo” y colaborador del diario. Asimismo, lo que merece destacarse también es que el diario repara en la investidura de Mugica. En relación con ello, Mariano Grondona señala que: “por primera vez se había pasado el límite, se había matado a un sacerdote” (La Opinión [LO], 14 de mayo de 1974: 32).

El miércoles 15 de mayo aparecieron, en la contratapa de LOinterpretaciones de diversos sectores políticos, que mostraban enfoques contradictorios.

Entre estos, puede leerse la declaración del movimiento Villeros Peronistas Leales a Perón, que lideraba el padre Mugica:

Hace aproximadamente un mes que el padre Carlos recibe un llamado de la Organización Montoneros, que le indican que si no hacía “buena letra” sería “bajado”. Días después recibe en su casa otro llamado en el cual se le dice que había sido ametrallado un compañero villero, y que ahora le tocaba a él y a otros compañeros villeros, leales a Perón. Creemos que los responsables ideológicos, sino materiales del compañero Carlos, son los que quieren vaciar al Movimiento marginándose del mismo, los que buscan oponerse a nuestro gobierno, a sus medidas y a su conductor, el General Perón, los que enfrentan a Perón en Plaza de Mayo y luego se alejan de él y del pueblo (La Opinión [LO], 15 de mayo de 1974: contratapa).

Esta declaración vuelve sobre la idea de que los Montoneros asesinaron a Mugica. En el mismo sentido se expresó el sector de la Juventud Peronista Lealtad-enfrentado a las JP regionales y a Montoneros, y acusó asimismo a grupos que se habían auto-marginado del proceso de liberación que lleva adelante el Pueblo peronista (La Opinión [LO], 15 de mayo de 1974: contratapa).

El Bloque de Diputados Nacionales de la Juventud Peronista, manifestaba un enfoque diferente. Proponían que fue una provocación orquestada por sectores que avalan la política de desvirtuar el proceso democrático, cuando “siete millones de voluntades optaron por la liberación repudiando la dependencia”.

También publicaron las declaraciones que, desde Lima, donde estaban exiliados, manifestaron dirigentes de las JP Regionales11 (Juan Carlos Dante Gullo, Mario Marzocca, Roberto Vidaña, y Jose Pablo Ventura): “un luchador antiimperialista que participó en la lucha contra la dictadura. Y seguía esforzándose por llevar adelante el proceso de liberación nacional” (La Opinión [LO], 15 de mayo de 1974: contratapa).

A modo de comentario final, debemos señalar que el asesinato de Mugica ocupó en LO mayor centralidad en su agenda política que en LP. Asimismo, encuadró a la noticia como un asesinato político, del cual restaba conocer quién había mandado a matarlo. En relación con esto último, se advierte una superposición de voces entre el director y fundador del diario, que “culpaba” a Montoneros y el destacado periodista Grondona, quien “apuntaba” hacia López Rega. El rol de participante que asumió como así también el interés por “los autores del hecho” se vincula con la relación que Mugica tenía con el diario.

CONCLUSIONES

A continuación presentamos de manera esquemática los principales hallazgos del trabajo, desde una perspectiva comparativa entre los medios estudiados.

En primer lugar, debemos señalar que la centralidad del asesinato de Mugica en la agenda informativa de los diarios analizados fue importante. Si tenemos en cuenta la propuesta de van Dijk sobre la ubicación de la noticia en la superficie redaccional como el tiempo dedicado a la cobertura debemos señalar que LP solo publicó notas referidas al hecho los días 12, 13 y 14 de mayo. Mientras que LO siguió publicando hasta el 22 de mayo. Igualmente, ambos diarios le dedicaron al menos una tapa, y las extensas notas referidas al acontecimiento (desde que es asesinado hasta su entierro) fueron acompañadas por fotografías.

Si bien es cierto que entre el 12 y el 14 de mayo la cobertura fue notable, y en algunos casos bastante profunda, como en el diario LO, el resto de los días del mes de mayo la noticia se diluye, pierde fuerza superada por otros casos de violencia y persecución a la subversión. Tampoco encontramos en los diarios analizados en ese período una investigación posterior o notas referidas al seguimiento del caso, o un interés especial por conocer quién o quiénes llevaron a cabo el asesinato.

El actor principal y pasivo de la noticia fue, desde luego, Mugica y en segundo plano el MSTM. Por otra parte, las organizaciones políticas armadas y la Triple A, comandada por López Rega, aparecen como agentes sospechosos y activos. En cuanto a la caracterización de Mugica, LP (La Prensa [LP], 12 de mayo de 1974: tapa) recordaba que era hijo de un ingeniero civil y abogado, que se había desempeñado como intendente municipal interino de la Ciudad de Buenos Aires durante 1931 durante el gobierno del general Uriburu y como Ministro de Relaciones Exteriores en 1961 durante la presidencia de Frondizi. Asimismo, realizó un recorrido por su vida enfatizando el temprano vínculo que el cura había tenido con Montoneros (al evocar la misa que dio en el velatorio de Abal Medina y Ramus). El diario LO, por su parte, habida cuenta de la cercanía con Mugica, lo presenta como un “amigo” que aparecía por el diario “entre tres o cuatro veces por semana” y que pedía escribir en el medio “cobrando el sueldo mínimo”. También lo presentan como un sacerdote militante y comprometido: “Fue acribillado el Mugica militante, cuya acción política tendía a construir una nueva sociedad” (La Opinión [LO], 14 de mayo de 1974: tapa).

En lo que atañe al encuadre otorgado por cada uno de los diarios, como mencionamos LOhabía incorporado a su oferta informativa una “cuasi” sección llamada “El asesinato de Mugica”; esto evidenciaba la jerarquización superlativa de este acontecimiento como así también el encuadre: asesinato (y al leer las notas podríamos agregar “político”). EnLP, que no contaba con sección Policial, la cobertura sobre el asesinato de Mugica mantuvo un encuadre de tipo policial pero el “modo” de informar se relacionaba con su posicionamiento ideológico y su contrato de lectura, esto es: aun apelando a una retórica delictiva LP hablaba a su público con un nivel de lenguaje moderado, impersonal con el objetivo de presentarse como un enunciador “objetivo” que habla la verdad, pero asumiendo un rol de comentarista (Borrat 1989) que enfatizaba en una plétora de corte anticomunista y antiperonista. Si bien LO y LP presentaban diferencias notables en el encuadre otorgado al asesinato de Mugica, compartían similitudes en los “modos” de informar sobre la subversión: un rasgo común a ambos era presentar a la violencia política como el “enfrentamiento” entre sediciosos y fuerzas del orden.

En función de lo analizado, queda pendiente para trabajos futuros indagar cómo los núcleos argumentativos desarrollados durante este periodo (que demandaban métodos represivos) en torno a la “erradicación” de la subversión y del “enemigo interno”, y que se recrudecieron durante 1976–1983, siguieron vigentes en el discurso de la prensa, aunque con variaciones, luego del retorno a la democracia para narrar hechos de protesta social recientes (Artese y Giles 2014) como para informar sobre la inseguridad y reclamar control social.

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NOTAS

1.-. Este artículo retoma aspectos trabajados en la tesina para la obtención de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación Social (Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires) realizada por la segunda autora bajo la dirección de la primera. Los diarios sobre los que se trabajaron fueron La Prensa [LP], La Nación [LN], Clarín [CL] y La Opinión [LO].

2.- El 25 de enero de 1959 el nuevo pontífice Juan XXIII convocó al Segundo Concilio Vaticano, cuya finalidad no sólo fue la reflexión teológica y filosófica, sino que también se dieron debates sobre las consecuencias de un ordenamiento social y económico injusto para gran parte de la humanidad. Esta renovación emanada del Concilio influyó en las Iglesias de América Latina. En línea con estos replanteos y la renovación de la teología cristiana, que se conoce como Teología de la Liberación, se conformó el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM).

3.- La organización Montoneros nació en 1967 y aglutinó a sectores provenientes del nacionalismo católico, que se incorporaron al peronismo y más tarde adoptaron postulados marxistas. Su objetivo inicial era lograr el retorno de Juan Domingo Perón a la Argentina, derrocado por el golpe militar de 1955. Lograron gran repercusión con el secuestro y asesinato del expresidente de la Revolución Libertadora, Pedro E. Aramburu. Entre otros, véase Larraquy (2010) y Lanusse (2010).

4.-. José López Rega fue un político y policía argentino. Apodado el “Brujo”, por su inclinación hacia prácticas esotéricas, se desempeñó como ministro de Bienestar Social en los gobiernos de Héctor Cámpora, Raúl Alberto Lastiri, Juan Domingo Perón y, a posteriori de su muerte, en el de Isabel Martínez de Perón. Durante este último gobierno creó un grupo parapolicial denominado Alianza Anticomunista Argentina (Triple A). Esta banda de derecha que, desde noviembre de 1973, estuvo bajo su mando, se caracterizó por asesinar a militantes políticos y sociales de izquierda y por amenazar a intelectuales, políticos y personalidades de la cultura, que se oponían a la derechización del gobierno (Vezzetti 2002).

5.- Es importante destacar que, en 1951, durante el gobierno de Juan Domingo Perón, se declaró mediante la ley 14.021 la expropiación de los bienes que constituían el activo del diario. Luego, fue entregado a la Confederación General del Trabajo (CGT). Véase Panella (2006).

6.-. Si bien trasciende a los objetivos del artículo discutir sobre los orígenes y evolución del concepto de framing, entendemos, de acuerdo con Aruguete y Koziner (2014: 138), que “la forma de presentar un asunto -incluyendo determinados aspectos de una realidad percibida y ocultando otros- no debe ser concebida en un sentido unidireccional, según el cual los encuadres predominantes en los textos tienen efectos en la percepción pública sobre determinados asuntos, sino en un sentido dinámico, interactivo e integral”.

7.- La crónica periodística es un relato cronológico de hechos, acontecimientos e historias. Se considera un género interpretativo (Díaz Noci 1995), y también híbrido, puesto que si bien incorpora ciertos elementos de valoración e interpretativos (característico de los géneros de opinión) estos siempre tienen un carácter secundario frente a los elementos estrictamente informativos (propio de los géneros informativos como la noticia).

8.- Para profundizar este aspecto se recomienda Panella (2006).

9.- Jacobo Timerman nació el 6 de enero de 1923 en Bar, un pueblo de Ucrania que, según Bernetti (1998: s/d), estaba “asolado por los pogroms antisemitas de la Rusia zarista y llegó a la Argentina el 11 de octubre de 1928”. Escribió varios libros, entre ellos, Preso sin nombre, celda sin número, en el que narra su secuestro, tortura y exilio. Sobre la vida de Timerman, se recomiendan Rotenberg (2000) y Mochkofsky, (2013 [2003]).

10.- Con respecto a la publicación, Larraquy (2007: 188) plantea que: “el conflicto se había acentuado cuando la revista EC había dedicado un editorial –amenaza, al padre Carlos. No fueron pocos quienes luego verían en este artículo un nexo directo con su futuro asesinato”.

 

11.- Las JP Regionales, encuadradas en Montoneros, estaban escindidas de la JP lealtad, cuyos miembros seguían leales a Perón. Mugica no integró oficialmente el grupo de los “leales” pero mantuvo posiciones cercanas al agrupamiento.

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